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Jesús puede interceder hoy mismo por nuestros pecados, y salvarnos de la ira del Padre.
¡Llama pronto al escogido!
Las llamas estaban ardiendo...
La ira de Dios se había encendido...
El pueblo de Dios había pecado sin cordura.
Habían dicho en el desierto:
"Nos iba mejor en Egipto, donde teníamos peces y hortalizas".
"Pero ahora no tenemos apetito, solo tenemos este pan".Números.11.5-6
Dios no tardó en responderles.
Ellos preferían la tiranía a cambio de una variedad de alimentos.
Preferían su estómago que su libertad.
La mortandad había empezado.
Un extremo del pueblo se consumía por el fuego.
¿Cómo podían salvarse si sus hechos los habían condenado?
¿Habría alguno entre ellos que no incurriera en la culpa?
La historia dice que clamaron en agonía:
"¡Moisés, Pide a Dios por nosotros!".
"Y Moisés oró a Dios y cesó el incendio".Números.11.2.
Un escogido en medio de los pecadores.
Este es uno de los principios básicos del cristianismo.
Todos hemos pecado y estamos destituidos de la gloria del Padre.
Más aún, la ira de Dios permite que nuestro corazón se vuelve más terco cada día que rehusamos arrepentirnos.
Incluso cuando los demás nos respetan, Dios puede castigarnos al permitir que perseveremos en la obstinación que nos condena.
¿Cuál es la esperanza ante nuestros pecados?
¿Habrá un Moisés que ore por nosotros?
¡Buenas noticias!
Jesús, el Escogido, puede salvarnos en medio del fuego.
Jesús puede orar al Padre para calmar el incendio.
Jesús sufrió nuestras llamas en su calvario y resucitó para orar por quienes se arrepienten.
Al final de la historia el fuego permanecerá...
Pero quienes clamen a Jesucristo serán salvos de la ira.
¿Deseas conocer más sobre la esperanza de Jesucristo?
Responde a este mensaje y hablaremos sobre ello.
Que Dios te ayude.